Así es, comienza la aventura del crowdfunding. Porque es una aventura. Arriesgada. Me juego mi credibilidad, como escritor y como persona capaz de afrontar un reto. Pero no conseguirlo no sería un fracaso. Una decepción, sí, pero nunca un fracaso.
Cuando decidí afrontar este reto no sabía muy bien dónde me metía. Lograr reunir a un grupo tan grande de personas para que te apoyen no sólo supone un reto, también una responsabilidad: he de responder por ellos y ante ellos. Serán partícipes, además, del proyecto desde su comienzo, verán crecer a la criatura -de producirse el nacimiento final-, desarrollarse y convertirse en una novela, en un sueño. Porque quizá lo que ahora esté viviendo sea el sueño de un sueño. No me gusta llamarlos -llamaros- mecenas; sois más bien mis "aladinos": habéis frotado la lámpara y ahora toca que el genio me conceda el deseo.
Queda mucho aún, nos estaremos -y hablaré en primera persona del plural- moviendo en el filo de la navaja, habrá momentos de angustia, de esperanza, de miedo, de ilusión, de euforia, de tristeza... Una gran bola de sentimientos varios que nos harán vivir un mes muy especial. Porque creo que entre un autor y sus aladinos se forja un vínculo muy especial, un vínculo cuyo último fin será la publicación de la novela, pero que, ni mucho menos, acabará ahí: espero que muchos de vosotros, aladinos, acabéis siendo mis amigos -muchos ya lo sois de hecho.
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