viernes, 24 de junio de 2016

¿Se puede ser un autor que escribe fantasía y a la vez no te guste el rol?

Pues es mi caso.
De niño (y adolescente) me gustaban mucho los juegos de mesa: Monopoly, Hotel, Quién es Quién, Risk... también los de espada y brujería como Hero Quest, o uno que se llamaba Defensores de la Tierra, en el que intervenían personajes como Flash Gordon o el Hombre Enmascarado, con Ming haciendo de malo malísimo. Más adelante, dejaron de interesarme. Tuve algunos acercamientos al rol digamos más serio con compañeros de instituto, pero no pasaron de ahí. Fue, además, la época del auge del rol, los primeros 90. Cierto es que esa fue una etapa en mi vida muy introspectiva, apenas salía de casa y me dediqué, sobre todo, a atesorar conocimientos, metiéndome en los libros y empezando a considerar muy en serio la posibilidad de ser escritor algún día.
Creo que, como todo, habrá diferentes puntos de vista. ¿De dónde me viene esa afición por la fantasía? Bueno, he de decir que tampoco soy un gran entendido, ni me apasiona hasta el punto de considerarme un "friki" en el buen sentido de la palabra. Me gusta, sin más; lo considero un género que ofrece muchas posibilidades al escritor de poder contar lo que le apetezca sin tener que dar muchas explicaciones o caer en datos incorrectos (aunque esto no significa, ni mucho menos, que los libros de fantasía no lleven un trabajo de campo detrás; lo hay, y tan exhaustivo como una novela histórica). Por tanto, mi incursión en el género, salvo un éxito desmedido, se ceñirá a dos únicos libros: El Despertar de la Leyenda y su continuación (de la cual no diré su título por no tenerlo claro todavía). Luego, más adelante, me gustaría abordar otros temas.
Sería un idiota si negase que El Señor de los Anillos fue mi principal fuente de inspiración. Luego, claro, añadí otras, como la mitología y tradiciones cántabras o el cuento clásico, pero nunca dirigí mi mirada al rol. No sé, lo veía demasiado "excesivo". Así que he de confesar mi ignorancia absoluta en el tema. No me llama la atención, ni me motiva jugar, ni ir a reuniones ni a exposiciones ni a convenciones. A lo mejor esto es un hándicap a la hora de escribir fantasía, pues de cuantas más fuentes bebas, más campos explorarás, y, por tanto, tu obra será más fecunda. El rol, además, goza de cierto rigor histórico innegable, se alimenta de las mitologías escandinava y celta, de los poemas épicos o Eddas, de las tradiciones orales.
Según mi punto de vista, y a pesar de todo lo expuesto, se puede ser escritor de fantasía y no gustarte el rol, pero, ¿te puede gustar el rol y no la fantasía? Esto ya lo veo imposible.

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